sábado, 6 de abril de 2013

Castillo de Valençay

Es uno de los castillos más espectaculares de Francia,
pero no de los más visitados, ya que se encuentra un poco lejos de los circuitos turísticos habituales. Y aún es menos conocido por estos lares, pese a que tiene mucho que ver con nuestra historia. Aquí permanecieron 'custodiados' Fernando VII y una parte de la familia real española mientras sus paisanos -y súbditos- se dejaban el pellejo para rescatarlos de tan 'terrible' prisión.

Ciudad: Valençay
Región: Centro. 
Región histórica: Berry
Departamento: Indre
Localización: 47.165442,1.559601
Distancia a la frontera (Behobia): 587 km
Contacto http://www.chateau-valencay.fr; 00 33 2 54 00 15 69
Mejor no perderse:
- un paseo por sus jardines y su frondoso parque, donde crían cérvidos muy amigables.
- las pastelerías del centro de la localidad, en particular por sus 'croissants'.

Ruta asociada: Castillos del Loira
En las proximidades
- El valle del río Chère (encantador)
- Parque natural de La Brenne (muy extenso)
- Vierzon
 Especialidades regionales: el queso de Valençay (se suele vender como 'pyramide' por su forma), un queso de cabra de pasta suave, maduro y envuelto en ceniza, buenísimo, como todos los de la región.
 Soles Out of France:    
De lo que los españoles consideraban una abominable cárcel, Georges Sand dijo que era uno de los lugares más bellos sobre la Tierra, y era ella quien no se equivocaba. Fue completamente reconstruído como gran mansión señorial renacentista en el siglo XVI, pero debe su fama al marqués de Tayllerand, ínclito personaje de la Revolución y sempiterno ministro de Asuntos Exteriores al servicio tanto de Napoleón como de los Borbones. Se lo apropió después del periodo revolucionario y lo ofreció al Emprador como residencia de estado para invitados de alto rango. De ahí la presencia de Fernando, su hermano Carlos María Isidro, su tío Antonio y varios personajes de la familia. Por cierto, Tayllerand había reunido allí una importante y selecta biblioteca con varios miles de volúmenes que animó a leer a sus forzosos invitados, 'con poco éxito' como remarcan las guías. Conocido los escasísimos intereses intelectuales de la familia real española por aquellas fechas (y algunas otras) no parece ser un rumor fruto de la malevolencia gala.

Hubo varias conspiraciones de españoles que arriesgaron su vida para rescatar a su adorado príncipe; onspiraciones que resolvió el propio Fernando denunciado a sus supuestos salvadores, no fuera a ser que en el intento de fuga recibiera algún daño.

Se puede seguir el recorrido cotidiano de Fernando y Carlos María Isidro por el parque que rodea el castillo y contemplar la pequeña taberna que habilitaron al final del recorrido para que sus augustas personas pudieran refrescarse tras el enorme esfuerzo de un paseo inferior a una hora. Merece la pena visitar las habitaciones amuebladas (al estilo dieciochesco) y los jardines a la francesa, aunque el conjunto del castillo ofrece también algunas perspectivas paisajistas de inspiración claramente británica.

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